jueves, 17 de noviembre de 2011

LA CORRIENTE DE LA VIDA


Arroyo que vas al río,
río, que vas hacia el mar
vuestro destino y el mío,
se pueden homologar.

Un día el sol ilumina,
vuestras aguas de cristal
y el gentil chopo real,
por verse en ella se inclina.

Cual vertebrado reptil,
surcáis la geografía
desgranado gotas mil,
de acuática melodía.

Al borde, en la zarzamora,
el ruiseñor escondido
custodia su tierno nido,
sin saber si canta o llora.

Otro día de la nube,
surge la torrencial lluvia
y a vuestro nivel ya sube,
con agua revuelta y turbia.

Y de la calma infinita,
pasáis a la turbulencia
con estruendo sin cadencia,
y el chopo real crepita.

El Ruiseñor, no suena,
mas vuestra corriente al mar
sea revuelta o serena,
no deja de caminar.

También mi existencia un día,
como por mágico hechizo
la ilumina la alegría,
y es el mundo un paraíso.


Todo por él me sonríe,
y me es interesante
y del prójimo me engríe,
lo más insignificante.

Pero otro día también,
mi infortunio tanto crece
que del incinero Edén,
la dicha se desvanece.

De todo cambia la faz,
de todo cambia el acento
y siempre es más fugaz,
la dicha que el sufrimiento.

Bien se puede comprar,
el final de nuestra suerte
sin dejar de caminar,
¡Tú, hacia la mar, yo, hacia la fuente!.

José Sancho Rodríguez.

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