lunes, 7 de noviembre de 2011

EL CABALLERO LABRIEGO


Es inútil cuanto intento,
se hace por olvidar
lo que graba el pensamiento,
cuando se empieza a pensar.

Y en mi pensamiento en flor,
grabó el pérfido destino
el anónimo dolor,
de mi hermano campesino.

Con él, he saboreado,
la constancia de su penas
y con él, arrastrado,
el peso de sus cadenas.

Siendo el ser sin excepción,
que más tiene que sufrir
es el que más ilusión,
le pone siempre al vivir.

El ser al que nadie nombra,
y del que nada se escribe
y sólo calor recibe
del sol que traza su sombra.

Es ser que de otro modo,
no sabe ganar el pan
y tiene que darlo todo,
y tomar lo que le dan.

De su estado se apodera,
tan noble gentil lo cuera
que le hace pasajera,
tan pesada desventura.

Contra partidas normales,
son para él, los reveses
y los más elementales,
considera pequeñeces.


Para él, el tiempo es oro,
y auque la escasez le abrume
la tierra que lo consume,
sigue siendo su tesoro.

Sus virtudes canto a coro,
porque es digno de alabanza
como arquetipo semblanza,
del labriego caballero
que perdiendo siempre el juego
nunca pierde la esperanza.


José Sancho Rodríguez

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