viernes, 31 de octubre de 2014

TRIGO AMARGO

 Don modesto agricultor,
se encuentra en estado grave
ya don Crédito el doctor,
su diagnostico no sabe.
 Su desconsolada esposa,
doña Peque agricultura,
encuentra dificultosa,
de su cónyuge la cura.
 Sólo ella que lo asiste,
impávida noche y día
puede valorar lo triste,
tragedia de su agonía.
 Ya se le han aplicado,
tres planes de desarrollo
sin que se haya salvado,
el económico embrollo.
 Y ya en estado de coma,
cuando otro plan se le ofrece
dice que ni da ni toma,
porque tarde le parece.
 Don Pequeño, agricultor,
si es que con vida escapa
su gremio tan bienhechor,
desaparece del mapa.
 Todo lo que él, precisa,
cuesta un ojo de la cara
y su cosecha da risa,
del precio con que se ampara.
 Aunque a los dioses invoque,
y a los estados mayores
hay productos invasores,
de importaciones de choque.
 El producto de la tierra,
cuando la cosecha es buena
repercute en una guerra,
porque el mercado la frena.
 Se consolida la racha,
tiene la guerra el melón
la pera, la remolacha,
patatas y melocotón.
  Y aunque a broma ya se eche,
y como broma se escriba
tiene la guerra la leche,
y don aceite de oliva.
 Libran combates sangrientos,
las simbólicas manzanas
los proteínicos pimientos,
y las marcas jerezanas.
 No se libran del combate,
más o menos conflictivo
ni el pepino ni el tomate,
ni lo más inofensivo.
 Pan amargo el de esta tierra,
en que no se pone el sol
pan amargo, envuelto en guerra,
el del labriego español.
 Le dicen cuando se encuentra,
tan negro como el betún
que se salvará si entra,
en el Mercado Común.
 Y en este teje maneje,
ya no sabe que sembrar
que para comer le deje,
sin tener que guerrear.
 Él no niega sus deseos,
ni tampoco0 sus (deseos)
teme que los europeos,
le quieran tomar el pelo.
 Tema que representando,
se sigan esas tramoyas
y que nos sigan volcando,
camones de cebollas.
 Mas tendrá que obedecer,
y ocultar la suspicacia
con el fin de no perder,
el tren de la Democracia.
 Cuando lo manda el doctor,
que asiste a la agricultura
no habrá fármaco mejor,
para el fin que se procura.
 Y si no mejora algo,
se tendrá que emborrachar
sacar billetes en un Talgo,
completamente al azar
y que con su pan amargo
lo cubran al expirar.

Estos verso los hizo el Poeta Sancho cuando él era labrador
y a sí le pagaban por su trabajo, hoy si no es igual mucho se lo parece.


   José Sancho Rodríguez.



martes, 21 de octubre de 2014

ECOS DE MI SOLEDAD


    
  Soy Como el Ruiseñor que lolo entona,
su concierto más intimo sentido
cuando su amada vuela hacia el nido,
y en el sombrío bosque la abandona.

  Entre lo mas espeso de la loma,
y en la zarzamora recluido
es un llanto en trinos convertido,
lo que en su soledad pregona.

  Desde tu inesperada despedida,
oculto, en el bosque de la vida
para ti mis poemas elaboro.

  Y, como el ruiseñor, nadie me lave,
acierta a descifrar y nadie sabe,
si a través de mis versos canto o lloro.

  Ya no deshojo más las margaritas,
porque ellas me digan si me quieres
ni vuelvo a faltar a mis deberes,
para acudir a tus inciertas citas.

  Ni ya le ruego más, por las ermitas,
a Dios que no seas como eres
teniendo mi desdichas por placeres,
y por gozo teniendo mis cuitas.

  Con el amor y la humanidad de Cristo,
de tu desdén la tempestad resisto,
y aunque atormentarme te complace.

  Siempre tu amor tendrá en mi pecho un trono,
y también como Cristo, te perdono
porque sé que no sabes lo que haces.

Bonitos versos para el amor que se necesita.

               José Sancho Rodríguez

lunes, 20 de octubre de 2014

LA ALEGRE PENA

      
  LA ALEGRE PENA.
 
 El lunes hago un soneto,
el martes una redondilla
el miércoles una quintilla,
y el jueves trazo un soneto.
 Viernes y sábado completo,
con una octava real
el flamante recital,
de poesía amorosa
con la que obsequio a mi esposa,
la fiesta dominical.
 Ella que peca de buena,
todos elegíos me hace
advierte que me complace,
y que de ilusión me llena.
 Pero yo advierto su pena,
y justa la considero
porque el copioso venero,
de aplaudibles poesías ,
no nos rinde muchos días
para poner el puchero.
 
 No tuvo la suerte poder vivir de lo que tanto
le gustaba.
                   José Sancho Rodríguez.

sábado, 18 de octubre de 2014

LA COLA DEL PAN 1950

         En la cola del pan..1.950.

        En la cola de los comedores.. 2.014

  No tengo ganas de hablar,
ni gusto para escribir
ni nada puedo callar,
ni nada quiero decir.
  Si dejo de ir desnuda,
la verdad a los cuatro vientos
varios seres, sin duda,
no van a quedar contentos.
  La diremos disfrazada,
respetable y decorosa,
y si no consigue nada,
otra vez será otra cosa.
  Es el asunto del pan,
el que ya nos ha colmado
después del poco que dan,
está siendo muy mal dado.
  El que responsable sea,
nos aprieta sin perdón
Diosa quiera que no se vea,
él, al pan de la ración.
  Y que recoja el dinero,
con la natural fatiga
al llegar al panadero,
ya no hay ración le diga.
  Y con sarcasmo notorio,
se le anda con rutina
le dice vea a Gregorio,
que es el dueño de la harina.
  Gregorio hombre prudente,
cree razonable el grito
y le aconseja al paciente,
vuelva a ver a Joseito.
  Uno tras otro se oculta,
y al que se queda dormido
casi siempre le resulta,
el tiempo y el pan perdido.
  Pero la otra mañana,
con razón la criatura
en la batalla se afana,
y a mil riesgo se aventura.
  Aquí para no perder,
el pan que Francisco endiña
hay que poner a la mujer,
igual que un gallo de riña.
  Sacarle uña y colmillo,
y la cabeza afeitada
y después desde el tobillo,
al pescuezo acorazada.
  Antes de que sea de día,
se ha de ir equipando
y formar la compañía,
en la calle tiritando.
  Y cuando suene el cerrojo,
pues casi siempre sucede
que cada cual a su antojo,
se mete por donde puede.

   Estos versos de antaño se van pareciendo a estos
mas modernos
                             José Sancho Rodríguez.