LA PECADORA.
Soneto.
Ayúdame Señor, que voy cansada,
por estos vericuetos de la vida
sin poderme volver y convencida,
que voy completamente equivocada.
Ya no siento, el verme abandonada,
ni el ir por este mundo desvalida
sólo siento que al fin de la partida,
en Tu Reino Señor, no tenga entrada.
La ingrata sociedad, que me abandona,
para cambiar sus ansias libertinas
me puso como a ti, una corona,
de martirios, de clavos y de espinas.
Perdónalos Señor, yo te la ruego,
pero también, perdóname a mí luego.
José Sancho Rodríguez.
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