domingo, 16 de noviembre de 2014

AMOR CONGÉNICO.

  Era yo todavía,
un párvulo inocente
y de la poesía,
era yo un pretendiente
de todos
sus preceptos exigentes.
  Los fragmentos más bellos,
escogía de todos
los clásicos aquellos,
de distintos periodos
pero iguales
en Métrica modos.
  Entonces ser poeta,
decídase que era
una gracia secreta
tan exacta y severa,
que a todos
le calentaba la mollera.
  Pero el tiempo eviterno,
sin saber porque cosa
creó el arte moderno,
de poesía en prosa,
cuya rima
resulta un pan de rosa.
  Hoy hacer poesía,
no tiene ciencia tanta
cualquier hombre se lía
la cabeza a la manta,
y a publicar
un libro se adelanta.
  Lo secuestran las musas,
allá en el Helicón
y las diosas ilusas
lo inflan de ilusión,
y ya tiene
que dar el reventón.
  Fuerza la inteligencia,
y aborta un mamotreto
sin rima ni candencia
ni a métrica sujeto,
que compra
por único respeto.
  En orbita lo pone,
un amigo erudito
y por muy mal que entone
lo eleva a lo infinito,
y en el censo
el Vate, queda escrito.
  Por dicha razón pienso,
que hay de poetastros
un elevado censo,
que suben como astros
sin que su refulgencia
deje rastro.
  Así, no es disparate,
que desde mi cabaña
me convierta en un Vate,
y que un pelmazo más
aguante a España.
  Soy solo un campesino,
algo imaginativo
que de día trajino
y por la noche escribo,
y con este trajín
alegre vivo.
  Ese campo en que llueve,
hace calor y frio
que congela la nieve
y calcina el estío,
y que es el tiempo
gobierna su albedrio.
  No todo en él, son flores,
e idílicas facetas
cual pintan los pintores
y cantan los poetas,
que no se han adentrado
por sus grietas.
  No es fácil alcanzar,
en la escuela campera
la personal esfera
y en las letras
buscarse una lumbrera.
  Hoy cuento a paso a paso,
al verso he traducido
al divisar mi Ocaso,
el deseo he sentido
de en un libro
dejarlo reunido.
  Versos de escaso brillo,
y de expresión vulgar
hechos con el sencillo
lenguaje popular,
y que son sus defectos mi pesar.
  Pero ponen a prueba,
la pasión desbordante
que a la rima me lleva
esclavo en toso instante,
del más
escrupuloso consonante.
  Sin ese verso suelto,
ni libre, que hoy se usa
ni el pensamiento envuelto
en esta abstracta musa,
metafórica
rara y confusa.
  Poesía en esencia,
como yo la comprendo
que a la benevolencia
del lector recomiendo,
y prosigo
soñando y escribiendo.

  José Sancho Rodríguez







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