Yo soy de aquella gente,
por la historia olvidada
del corazón silente,
y la faz demacrada.
Curtida por el
frío,
y el calor natural
por el sol del estío,
y la brisa invernal.
Cargados de
trabajos,
ligero de alimentos
vestido con andrajos,
y arando con jumentos.
Arando mientras
veían,
el surco en la besana
y con el alba uncían,
de nuevo en la mañana.
Con polvo y con
barro,
no importa el camino
cual héroe bizarro,
retando a su camino.
Yo soy de
aquella gente,
que arrastraban cadenas
riendo alegremente,
por no llorar sus penas.
De aquellos
pobres seres,
que no usaban reloj
que a hijos y mujeres,
nunca veían con el sol.
Era tanta
miseria,
y tal, la oligarquía
que estando de histeria,
todo se obedecía.
Reyezuelos sin
tronos,
con sumisos lacayos
y obreros y colonos,
la escolta de vasallos.
Víctima de la
usura,
el hambre y la opresión
corrían la aventura,
corrían la aventura,
de cierta emigración.
Yo soy de
aquella gente,
del pretérito oscuro
el injusto presente,
y el dudoso futuro.
Por eso mis
cantares,
y líricos poemas
del campo y sus pesares,
son palpitante esquemas.
Porque un
hombre un revés,
sufre en cualquier destino
pero el más pobre es,
mi hermano el campesino.
José Sancho
Rodríguez.
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