miércoles, 22 de enero de 2014

ETERNAS CICATRICES.

  Cuantos rubicanes tiene,
el camino de la vida
por él va el alma perdida,
a lo que el destino ordene.

  Casi al tiento, como un ciego,
camina el grande y el chico
el más pobre y el más rico,
el más sabio y el más lego.

  Ignorando en absoluto,
si va tras dichas o daños
si vivirá muchos años,
o será el postrer minuto.

  Aunque la antorcha lo alumbre
de la gran Filosofía
trémulo su paso guía,
inmerso en la incertidumbre.

La vida, es la batalla,
de curso imperecedero
en la que todo se halla,
supeditado el dinero.

  hay que hacerse de él,
sin repara en el modo
venga envuelto con laurel,
o venga revuelto en lodo.

  Siempre nos hace feliz,
y nunca ensucia el bolsillo
pero a veces, deja el brillo,
invisibles cicatrices.

  Luego al llegar la gran hora,
la parca, no tiene amigos
ni sirvientas ni señoras,
ni príncipes ni mendigos.

  Sin razón ni rituales,
nos bendice y nos saluda
y severa nos desnuda,
de las prendas terrenales.

  Sólo en el cuerpo nos queda,
para el Juicio postrero
las cicatrices que puedas,
habernos hecho el dinero.

     Bonitos versos para los tiempos que corren.

        José Sancho Rodríguez.




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