miércoles, 6 de julio de 2011

RESPLANDORES DEL OCASO

RESPLANDORES DEL OCASO.


Dice un refrán español,
referente a las mujeres
que existen puestas de sol,
más bellas que amaneceres.

En el barrio llamado de las Pitas,
nació en ese pueblo una chiquilla
dotada de virtudes infinitas,
y convertida en mártir por la villa.

Por ser hija de padres indigentes,
prohibida le estuvo la grandeza
y entre necesidades insistente,
coronada creció por la pobreza.

Sirviendo a señoras religiosas,
que de adulta, poníanle trabajos
con una indumentaria desastrosa,
y una alpargatas con andrajos.

Cuando en aquel suplicio la chavala,
cumplió las 18 primaveras
de lucirse en el barrio tuvo gala,
cual se lucen las rosas tempraneras.

Bajita, y ni blanca ni morena,
no podía lucir más hermosura
con una pobladísima melena,
que ondulante pasaba su cintura.

Pero llegó Cupido con su flecha,
y no le concedió victoria alguna
y la tempranera rosa fue deshecha,
es un cielo de amores sin fortuna.

No pudo querer ni ser querida,
a pesar de sus dotes femeninas
y ya desconcertada por la vida,
no encontraba caminos sin espinas.

Y por sus vericuetos turbulentos,
encontrase un poeta cierto día
y ya desconcertada por la vida,
no encontraba caminos sin espinas.

Y por sus vericuetos turbulentos,
encontrarse un poeta cierto día
que lagrimas vertió de sentimientos,
al oír los desdenes que sufría.

Se contaron su historia mutuamente,
y echándole a los dos, gruesos borrones
se juraron trazar para el presente,
nueva senda para sus corazones.

El Poeta le dijo con ternura,
te juro que me da pena de verte
envuelta en tan triste desventura,
y tan abandonada por la suerte.

¡Deja ya de buscar con ansia inquieta,
un alma sin espina ni venenos
y ampárate en mi que soy poeta,
y todos los poetas somos buenos.

Aunque hayas obrado con excesos,
con las más pura Vírgenes te igualo
porque has repartido muchos besos,
y quien reparte besos nunca es malo.

Y a tu cansado amor le daré asilo,
en el gran paraíso de mi pecho
para que pueda reposar tranquilo,
curando tanto mal, como le han hecho.

Caricias y palabras cariñosas,
te habrán ofrecido pocas veces
sin duda te ofrecían otras cosas,
improperios, insultos y sandeces.

Si aceptas mi honesta compañía,
no volverás a oír frases ingratas

por que yo te hablaré en poesía,
y te acariciaré por serenatas.

Vivirás alegre y divertida,
y yo te cantaré cual trovador
lo hermosa que nos es siempre la vida,
cuando se ilumina con amor.

Y en tu pelo pondría una azucena,
engarzada con un silvestre lirio
anunciando el fin de la condena,
y anulando la ley de tu martirio.

Y me dedicaría a ofrecerte,
una amistad, cristiana y sincera
y mi dicha final fuera tenerte,
hasta cerrar mis ojos a mi vera.

No besaré tus labios como amante,
al pensar que por mi has hecho tanto
si se hace preciso algún instante,
te besaré la frente como a un Santo.


Estos preciosos verso que le escribe a esta Srª como amiga,
fuero hechos una vez que quedó viudo y en la soledad, que causa perder a su amor querido cuando mas falta le hace a la pareja.

José Sancho Rodríguez.

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