jueves, 10 de abril de 2014

LOS MISTERIOS DEL AMOR



 No sé si la conocí,
con el sol o con la luna
si en busca de ella fui,
o la encontré en parte alguna.

 Sólo se  que al conocerla,
encontrarla, sin pensar llegar a mas
iba distraído a verla,
por echar el tiempo atrás.

 Luego por un pasajero,
y casi superfluo empeño
decidí, ser el primero,
que de su amor fuera el dueño.

 Y un amor que nació en broma,
sin sello de baptisterio
se fue creando su aroma,
y su colorido serio.

 Y al observar que se puso,
el idilio al rojo vivo
quise, con pretexto iluso,
poner punto (suspensivo).

 Hasta aquí llegó el flirteo,
me dije, cobrando el seso
por que en verdad no deseo,
una mujer sin ingresos.

 Con mi porte y mi trapío,
no es, aventura vaga
si una chica desafío,
con una mediana paga.

 Hay secretarias de sobra,
y el amor todo es rutina
con que manos a la obra,
y a reñir con Carolina.

 Cuando estuve frente a ella,
me quedé como de hielo
parecí ame una estrella
recién caída del cielo.

 Porque su belleza es,
de esa belleza que encantan
iluminada después,
por un corazón de santa.

 Vengo, le dije, mujer,
a suplicarte un favor
por un año a suspender,
nuestro contrato de amor.

 En prenda te dejo el alma,
por ella volveré a ti
sé que destruyo tu calma,
pero la vida es así.

 Quedó eclipsada de hecho,
su hermosura refulgente
e inclinó sobre mi pecho,
la calenturienta frente.

 Y me dijo casi inerte,
no me hagas que  así padezca
dame, tu amor o la muerte,
lo que para ti, parezca.

 Lloró y enjugó su llanto,
tan en silencio vertido
y la besé como a un santo,
el hereje arrepentido.

 Le di mi amor con orgullo,
la hice mi esposa amada
se lo di porque era suyo,
que lo creó de la nada.

 Porque ayer, hoy y mañana,
como yo, habrá enamorados
de los que vamos por lana,
y salimos trasquilados.

              José Sancho Rodríguez.

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