miércoles, 12 de febrero de 2014

MI PRIMERA COMUNIÓN



Yo hice con la pobreza,
mí primera comunión
¡bendita mí vocación,
que termina como empieza!.

Fui mayo miembro de una,
prole, pobre y numerosa
vetado por la fortuna,
esa hada caprichosa.

 Era un simple “porquerillo”
para lo cual no servía
que por algo muy sencillo,
en la casa, serlo urgía.

 Con chaquetón de paño,
que transfirió mí abuelo
recibía fresco baño
que me regalaba el cielo.

 Tanto líquido absorbía,
el antiguo paño aquel
cuyo peso se crecía
hasta no poder con él.

 Colgábalo en una rama,
para que algo escurriera
en un silencios drama,
que recordar no quisiera.

 Los alpargates de esparto,
se en barraban  más y más
y adheridos al asfalto,
se me quedaban detrás.

 Alguna parcela seca,
buscaba inti tuvo
en la polismosa  hueca,
de algún centenario olivo.

 No era allí, cosa extraña,
en tenerse que enfrentar
con el ciempiés o la araña,
propietario del local.

 Los cerdos aprovechaban,
mi natural desconcierto
y cementeras buscaban,
hacia el pueblo, a campo abierto.

 Con una puerca preñada,
y un lechón patiquebrado
temeroso a la llegada,
ponía rumbo al poblado.

 Ya un guardia rural tacaño,
de aquellos de placa en el pecho
había cursado el daño,
que los cerdos habían hecho.

  Mi pobre abuela tan buena,
con su bondad, me absorbía
de la temida condena
que pienso no merecía.

 En el umbral me sentaba,
no sé en qué pensando fijo
y un chico antes mi pasaba,
que del alcalde era hijo.

 Con los libros bajo el brazo,
que de la escuela venía
y el corazón a pedazos,
al suelo se me caía.

 Y en mí onírica quimera,
y casi odiando a mi padre,
me decía !quien pudiera
ser el hijo del alcalde!.

 Pero desterrando aquel,
pensamiento tan mezquino
refugiándome en él,
paraíso de mi sino.

 Y sin ambición alguna,
con clara y cristiana idea
he conseguido que sea,
la pobreza mi fortuna.


  José sancho Rodríguez.

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