martes, 3 de enero de 2012

FILOSOFÍA INFALIBLE


Si es usted hombre del campo,
que de letras nada entiende
yo he visto la luz de un lampo,
una ley que usted comprende.

Con ella se auto defiende,
de la legislación dada
por la tumba colegiada,
que inmersa en su esnobismo
ni nunca dice lo mismo
ni nunca renueva nada.

Sí usted divisa un ladrón,
procure de ser más fino
salga rápido al camino,
y róbale a discreción.

A cien años de perdón,
el código le castiga
en cambio, como usted diga,
que a un señor ladrón ha visto
usted buen hombre está listo
si no hay una mana amiga.

Si al entrar a la oficina,
con un Matesa se encuentra
usted, tranquilo se entra,
y reverente se inclina.

Oiga atento su rutina,
y haga cuanto le mande
y ande por donde ande,
aquel señor estupendo
usted, diga que está haciendo
una España libre y grande.

Y si ve a un holgazán,
informase de sus planes
que a veces los holgazanes,
valiosos consejos dan.

Ellos, capturan el pan,
con un sentido moderno
no digamos que el Gobierno,
le preste directo apoyo
pero no le falta el bollo
blanquito caliente y tierno.

En cambio si ve a un labriego,
y acelere marcha a tras
de prisa por no quizás
en aquella empresa ruda,
qu9iera que le preste ayuda
cuando él, no pueda más.

Y si ve al abogado,
que le quiere defender
trate sus iras vencer,
y deje el pleito parado.

No sólo es complicado,
porque el señor lo haga mal
es que la Ley Judicial
tiene por norma y estilo,
el no dejarlo tranquilo
mientras le quede un (real).

Si ve a un chico con melenas,
que andando se balancea
nada deshonesto se crea,
aunque la señal, no es buena.

Aquí la prudencia ordena,
el contagio prevenir
porque pueden invadir,
los microbios su organismo,
y que no pueda usted mismo
la tentación de resistir.

Si ve a una chica coqueta,
aunque insistente le mire
conténgase y no se tire,
al colmenar sin careta.

Que a lo mejor la sujeta,
es una mujer cualquiera
que trasiega zalamera
mientras usted la corteja,
y un consorte no le deja
un céntimo en la cartera.

Para terminar, si observa,
la celotipia en su esposa
no mire hacia la diosa,
si el templo va de Minerva.

Pues la que pisa esa hierba,
al exorcismo se inclina
y todo se le imagina
que son peces de colores,
y entre amargos sinsabores
la felicidad termina.

José Sancho Rodríguez.

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