AQUELLA NOCHE.
(soneto)
El cielo estaba lleno de luceros,
el aire, de sonidos musicales
la Tierra de sus cuadros terrenales,
y el mar, de bergantines y veleros.
Tu boca cual un griego pebetero,
llena también, de esencias orientales
y tus ojos cual astros siderales,
lleno también de encantos lisonjero.
Tan solo en mi interior, noté el vacío,
de algo que dejaba de ser mío
y fue, que embelesado por tu arrullo.
Mi corazón, perdiese insatisfecho,
por la cumbre y valles de tu pecho
y se fue para siempre con el tuyo.
José Sancho Rodríguez.
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