martes, 15 de diciembre de 2009

PONLE YA MI DIRECCIÓN.

Cuando esta carta escribí,
sin nombre ni dirección
te reveló el corarón,
que se escribió para tí.

La carta desía así,
niña de los ojos bellos
adolécente de mí,
y no me mires con ellos.

Me deslumbra tu mirada,
en tan insólito grado
que me extasíaas como un hada,
y quedo patrificado.

Niña flor de alga marina,
que en el fondo del mar creces
cimbreante clavellina,
que el viento beas y la mece.

Por ser tan niña no sabes,
que eres encantadora
y que tu mirar suave,
tiene misterios de aurora.

Te anticipo que será,
por tus saudaces inquieta
una efigie que detrás,
lleverá siempre un poeta.

Ese poeta preguro,
que de seguirte juró
por la gloria del futuro,
tan solo puedo ser yo.

Porque tu eres chiquilla,
causa de que los trovadores
por las ciudades y villas,
canten poemas de amores.

Por eso te llemo así,
niña de los ojos bellos
adolecente de mí,
y no me mires con ellos.

Cuando la carta leíste,
me abrazates de emoción
y al oído me dijiste,
ponle ya mi dirección.


A su esposa cuando ésta tenia 15 años.

José Sancho Rodriguez.

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