domingo, 22 de abril de 2012

LA ENVIDIA

Envidia tengo al sol de la mañana,
sólo porque penetra en tu aposento
e ilumina tu rostro soñaliento,
cuando escala sus rayos tu ventana.

Tu sueños y caricias se desvana,
y a tu convulsionado movimientó
él tulecho invade ttibio y lento,
y sin que tú lo adviertas te profana.

Del rubicundo Apolo quién tuviera,
el dulce previlegio de abrazarte
acariciar tu rubia cabellera,
desvanecer tus sueños y despertarte.

Tener perpetuidad en tal ventura,
sin mermar en tu rostro la hermosura.

José Sancho Rodríguez

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