lunes, 19 de diciembre de 2011

EL DIOS DINERO


De metal y de papel,
hizo el hombre, el dios dinero
y el atorgó tanto fuero,
que esclavo, quedó de él.

Y en una lid sin cuartel,
se bate el genero humano
sirviendo a ese dios tirano,
que es su vida y su muerte
y su dominio convierte,
en un misterioso arcano.

Dios, sádico y tremebundo,
de ilimitado interés
a cuyos siniestros pies,
vive arrastrándose el mundo.

Ni un minuto, ni un segundo,
se aparta de su memoria
él, es su infierno y su gloría,
su cuna y su ataúd
su perpetua esclavitud,
y libertad transitoria.

A ese dios que gracia y fruto,
es, del vientre de la tierra
paga el mundo en sangre y guerra,
un elevado tributo.

Su poder es absoluto,
su dominio universal
su marcha siempre triunfal,
invisible su perfidia
y orgullo, dimensional.

Todo se mueve a su arrullo,
y la mente más serena
y sus caricias se llenan,
de vanidad y de orgullo.


Están al servicio suyo,
las riquezas terrenales
los ingentes arsenales,
del ingenuo conocido
y su credo es bien sabido,
tanto tienes tanto vales.

Sin duda lo hizo el hombre,
en su ingrávido progreso
sin pensar que a tato exceso,
se llegaría en su nombre.

No hay oprobio que le asombre,
ni crueldad que le conmueva
su inviolable poderío.
que predica en el vacío
quien a impugnarlo se atreva.

Destierra emperadores,
destrona ínclitos reyes
y para él, son las leyes,
papeles multicolores.

Mendigos, hace señores,
y de arbitraria manera
cambia a social esfera,
transforma el ludibrio en fama
y hace una egregia dama
de una impúdica remera.

Por él, la honra se entrega,
y al lenocinio se empeña
y al son de su santo y seña,
con lo sagrado se juega.

Con su fiebre el hombre llega,
más allá del paroxismo
no hay barrera ni abismo,
que su delirio contenga
porque venga donde venga
nos ilumina lo mismo.

Burla la jurisprudencia,
y absuelve al delincuente
confirmando la sentencia,
del indefenso inocente.

Su deidad armipotente,
no conoce lo imposible
auque parezca increíble,
jamás fracasó en su intento
esgrimiendo en su argumento,
razón, incontrovertible.

Ese Dios, que allá en la alto,
dicen que premia y castiga
dígase lo que se diga,
perdura de pruebas faltos.

Resulta un superfluo gasto,
el quererlo sostener
si no demuestra un poder,
que al dios dinero le iguale
porque la pena no vale
de su doctrina creer.

Prueban hechos consumados,
que más, que con oraciones
se absuelven con los millones,
los mortíferos pecados.

Y hay antecedentes sentados,
a atreves del mundo entero
que hoy es el dios dinero
el que nos salva o condena,
y aunque aceptarlo da pena
hoy es, el dios verdadero.

Pudiera ser que algún día,
la humanidad reaccionara
y al gran dios supeditara,
el mundo la plusvalía.



Pienso que eso sería,
sembrar la paz deseada
en vez de la lucha armada,
que causa el “vivendus” modo
unos con falta de todo
y otros, sin falta de nada.


Bonitos versos que nos narra el Poeta Sancho
de aquella época con la misma que vivimos hoy.

José Sancho Rodríguez.

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