martes, 13 de diciembre de 2011

AQUELLA NOCHE


El cielo estaba lleno de luceros,
el aire, de sonidos musicales
la Tierra de sus cuadros terrenales,
y la mar, de bergantines y veleros.

Tu boca cual un griego pebetero,
llena también, de esencias orientales
y tus ojos cual astros siderales,
llenos también, de encantos lisonjero,

Tan sólo en mi interior, noté el vacío,
de algo que dejaba de ser mío
y fue, que embelesado por tu arrullo.

Mi corazón, perdiese insatisfecho,
por las cumbres y valles de tu pecho
y se fue para siempre con el tuyo.

José Sancho Rodríguez

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