miércoles, 14 de enero de 2015

UNA LIMOSNA POR DIOS

    Frente al Liceo una noche,
me detuve a contemplar
de lujo el mayor derroche
la Diosa, soberbia en coche
vi, estupefacto pasar.
  Las damas mas distinguidas,
y mas altos caballeros
en orgías divertidas,
en buen grado enfebrecidas
por los efectos de Eros.
  De los coches descendían,
entre blondas cual celajes
figuras que estremecían,
cuyas joyas relucían
a través de los encajes.
  La aristocracia condal,
tributaba una función
a un personaje real,
y su excelsa condición
lucía en marcha triunfal.
  Cuantas perlas y brillantes,
con declinantes destellos
cuantos pendientes colgantes,
y diademas rutilantes
ordenaban sus cabellos,
  Tanta seda y tercio pelo,
no pensaba que existía
tanta flor y pedrería,
una antesala del cielo
más que calle parecía.
  Cuando absorto contemplaba,
de una belleza el fulgor
otra la reemplazaba,
que en sus atuendos mostraba
un atractivo mayor.
  Yo acabado de llegar,
de mi pueblo tan pequeño
sin mentir ni exagerar,
me tuve que pellizcar
por parecerme un ensueño.
  Y así lo fuera creído,
si una lastimera voz
que más bien era un quejido,
no murmurarse a mi oído
!una limosna por Dios!.
  Una fuerte sacudida,
hizome  el rostro volver
y vi muy entristecida,
y con andrajos vestida
implorando a una mujer.
  Escena tan afrentosas,
el alma me hizo pedazo
al verla tan andrajosa,
dándole el pecho amorosa
a una hijita en sus brazos.
  Hija y madre imaginaba,
de igual desdicha las dos
mientras la niña lloraba,
la pobre madre clamaba
!una limosna por Dios!.
  Tanta miseria internar,
en medio de lujo tanto
cáusame tanto pesar,
que sin poderlo evitar
brotó en mis ojos el llanto.
  La sensación que sintiera,
ante tan cruel encuentro
me  pareció una quimera,
tanta miseria aquí fuera
y tanto lujo allí dentro.
  Pero ¿es posible Dios Santo,
que puedan tranquilos ver
esos que disfrutan tanto,
sin que le cause quebranto
cómo vive esta mujer?.
  ¿Como podrán decir,
de la conciencia el clamor
y compasión no sentir,
viendo a dos seres sufrir
tan fragante dolor?.
  Viendo la pena infinita,
con que esa madre bendita
casi sin fuerzas en la voz,
imploraba para su hijita
!una limosna por Dios!.

    Bonitos versos que a un hoy existen.

          José Sancho Rodríguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario