domingo, 6 de febrero de 2011

ESCUCHANDO TU SILENCIO

ESCUCHANDO TU SILENCIO

Este hogar que año tras año,
nos brindó dicha infinita
hoy es para ti una ermita,
y yo tu triste ermitaño.
Cuando me hizo mas daño,
el implacable destino
del modo más repentino,
me quitó tu compañía,
cuando mas falta me hacía
al final de este camino.
Pero aquí sigue presente,
y en este humilde sagrario
cual un penitenciario,
te venero reverente.
Soy un fiel penitente,
que se nutre de su pena
fuiste para mi tan buena,
que vivir por ti sufriendo,
parece que me está haciendo
la existencia más amena.
Eras refugio preclaro,
que confortarme el alma
siempre que rota tu calma,
busco en tu regazo amparo.
Eras de mi ruta el faro,
de mis tinieblas la luz
sosiego de mi inquietud,
y en todo momento y hora,
la ilusión generadora
del alivio de mi cruz.
Inmerso vivo en tu sombra,
que toda esta mansión baña
y hasta oigo que me nombra,
y percibo tu compaña.
Sé, que la obsesión me engaña,
y que la razón destruyo
pero sabiendo concluyo,
que si soñar no supiera,
supervivir no pudiera
con tanto recuerdo tuyo.
Y desde la noche aquella,
interminable y sombría
cuando se apagó tu estrella,
quedó clisada la mía.
Y en onírica porfía,
la realidad desdeño
con el imposible empeño,
de que el drama que me asedia
del mas vaporoso sueño.
Y con soñada esperanza,
humilde te reverencio
contemplando tu semblanza,
y escuchando tu silencio.

José Sancho Rodríguez.

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