domingo, 15 de agosto de 2010

UN SEMINARISTA

UN SEMINARISTA.


Celebro que seas listo,
Y sientas gran vocación,
Por esa Santa legión
De servidores de Cristo,
Pues en ti tengo previsto,
Un certero sembrador,
De la semilla de amor
Propagada a la doctrina
Por las palabras divinas
Del supremo Redentor.

Sigue sencillo la senda,
De aquellos santos doctores
Propagandistas de amores,
Adversos a la contienda,
De Pío, once la ofrenda,
Se puede tomar idea
En la gran guerra europea
Cuando ofreciendo su vida,
Quiso remediar la herida,
De aquella ruda pelea.

También en la actualidad,
El Pontífice Romano
Con un corazón humano,
Trabaja en pos de la paz,
Mientras el mundo voraz
Mutuamente se devora,
Su humilde corazón llora,
Y con un amor profundo
Llama a los grandes del mundo,
A una paz conciliadora.

Y como auténtico cristiano,
Cuando hoy contemplo el mundo
Siento un dolor tan profundo,
Que tiembla mi pobre mano,
Y ante Cristo Soberano
Inclino humilde la frente,
Y en ese tono doliente,
Con que habla el corazón,
Le dirija esta oración,
Sencilla y elocuente.

¿Oh?. Santísimo Nazareno,
que en esa Cruz enclavado
moriste crucificado,
por no dejar de ser bueno,
tú, que por el bien ajeno
tanto supiste sufrir,
y perdonar el morir
a tú mayor enemigo,
llévame al Cielo contigo,
que del mundo quiero huir.

Llévame con tigo al cielo,
Con tigo a la eternidad
Lejos de esta humanidad,
Que se arrastra por el suelo,
Que en el más trágico duelo,
Mutuamente se devora
Y en su obra destructora
La jerarquía se engríe,
Y matando canta y ríe
La gran turba pecadora..

Y antes el constante tronar,
De la impecable metralla
Suena una voz que no calla,
Diciendo no matar,
Y si pudieras bajar,
Yo creo que bajarías
Y que tú cuerpo pondrías
Delante de los cañones,
Y con tus santas razones
Esta lucha acabaría..

Pero tú palabra escrita,
Se lee ya con franqueza
En todas partes se reza,
Pero en ninguna se imita;
Tú, con bondad infinita
Toda la tierra invadiste,
Y en ara de ella extendiste
Después de muerto tú velo
Y a los dominios del Cielo
A ser Soberano te fuiste.


Y aunque tú bondad no cabe,
En el corazón humano
Aquí, tienes un cristiano,
Que honrar tus palabras sabe
Que en todo el momento grave,
Pone el pensamiento en ellas
Queriendo seguir tus huellas,
En las noches solitarias,
Elevando mis plegarias,
Te busco entre las estrellas.

Y a vosotros me dirijo,
Seminaristas menores
Siempre en vuestros profesores,
Con el pensamiento fijo
Estudiad con regocijo,
Que la religión Cristiana,
Es la madre que se afana,
Por mitigar los dolores,
Y apaciguar los rencores
De la gran familia humana.

Y auque se observa a simple vista,
Que siempre la Santa Sede
Hace mas de lo que puede,
En la labor pacifista,
Magnética obra encierra
Y se esparce por la tierra,
Atento al grito de alarma,
Y es siempre el Iris, que calma,
Las tempestades de guerra.

En fin, la religión,
Que enseña Cristo Jesús,
La más esplendente luz
Que ilumina el corazón,
La que concede el perdón
A todo castigo humano,
Y constituye un arcano
De misterio tan profundo
Que será la ley del mundo,
Y el mundo siempre Cristiano.

Esta poesía fue hecha no recuerdo bien la fecha pero muchas personas mayores recordarán a los Benjuméas del Cortijo el Fontanar cuyo dueño fue el que le pagó los estudios de Sacerdote y donde tuvo la desgracia de morir tres años después, él le dijo a sus Profesores que tenia un tío Poeta y de hay son estos versos dedicados para ellos.

Al Seminarista D. Manuel Sancho Cárdenas.

José Sancho Rodríguez.

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